miércoles, 7 de noviembre de 2012

NO IMPORTA EL TIPO DE VEHÍCULO, LO IMPORTANTE ES CONDUCIRLO BIEN

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ALCOHOL Y VELOCIDAD: MUERTE

5 nov 12
LA MUERTE VINO DE ABAJO
por el Hermano Pablo

Los seis jóvenes subieron al auto, alegres, despreocupados, chispeantes, divertidos. Eran tres parejas de novios que celebraban su graduación.
Subieron al auto y emprendieron una loca carrera por los caminos del sur de Francia. Pero había demasiado alcohol en el cerebro del conductor.
En una curva del camino el auto se salió de la vía. Cayó en una acequia de tres metros de profundidad que estaba llena de agua. El auto quedó encajonado en la acequia y les fue imposible abrir las puertas. El agua comenzó a subir, y lentamente los cubrió a todos. Esos últimos momentos fueron de horror. Los golpes sufridos por el accidente, junto con la asfixia, cobraron seis vidas jóvenes al mismo tiempo.
Los titulares de los periódicos anunciaron: «Un auto lleno de jóvenes cae en una acequia y se hunde en el agua. Fue imposible para los jóvenes abrir las puertas.»
¿A qué podemos atribuir estas muertes? ¿A la insensatez juvenil? ¿A la necedad de manejar a ciento sesenta kilómetros por hora en estado de embriaguez? ¿A la fatalidad cruel y despiadada? ¿Al castigo de Dios? Muchas conjeturas se pueden hacer sin llegar a nada, pero una cosa sí es cierta. La muerte de esos seis jóvenes, tres parejas brillantes, simboliza la sociedad actual, que se halla encajonada como el auto en la acequia.
Podemos usar varias metáforas para describir la situación de nuestra sociedad. Podemos hablar de un «callejón sin salida», o de una «vía muerta» o de un «torrente irreversible». Pero siempre estaremos describiendo la misma situación: una sociedad rumbo a la destrucción inexorable. La destrucción de la familia es la prueba más evidente de ello.
¿Qué podemos hacer? El primero de los doce pasos del grupo «Alcohólicos Anónimos» dice: «Reconocemos que somos incapaces de vencer nuestro alcoholismo.» Mientras nos creemos capaces de resolver solos nuestros fracasos, nunca saldremos del infortunio. El segundo de los pasos dice así: «Sólo un poder superior al nuestro podrá cambiar nuestra condición.»
Esa condición que nos tiene dominados es el pecado que reina en nuestro corazón. Y el poder que puede rescatarnos es el poder de Jesucristo, el Hijo de Dios. San Pablo lo expresó de esta manera: «A la verdad, no me avergüenzo del Evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen» (Romanos 1:16). La única solución para la sociedad actual y para cada uno de nosotros es reconocer nuestra condición y luego aceptar el amor de Cristo. Gracias a Dios, es una solución que está al alcance de todos.

sábado, 18 de agosto de 2012

CONDUCIR Y BEBER: UNA MEZCLA MORTAL


Se nos vino diciembre, epoca de celebraciones, este mes es critico para los accidentes de tránsito. Recuerde que la premisa de prevención dice: a vehiculo en movimiento o ALCOHOL. NI SIQUIERA LA CERVECITA PARA LA SED.
CONSECUENCIAS DE NO ENTREGAR LAS LLAVES CUANDO MEZCLAMOS ALCHOL Y COMBUSTIBLE 
Inmovilización del vehículo, multa de $ 803400 pesos, suspensión de la licencia de conducción de 3 a 10 años, curso de sensibilización, conocimientos y consecuencias de la alcoholemia y drogadicción por (40) cuarenta horas en un centro de rehabilitación autorizado y que expida certificación.
Resoluccion 1183 de 2010 Instituto de Medicina Legal - Código Nacional de Tránsito actualizado ley 1383 de 2010
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embedded : La camionera
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¿INTELIGENCIA VIAL O MILAGRO VIAL?


martes, 31 de julio de 2012

CONSECUENCIAS DE UN ACCIDENTE DE TRANSITO

CONSECUENCIAS DE UN ACCIDENTE DE TRANSITO


La lesión a los trabajadores es sólo una de las consecuencias posibles de los accidentes. Resulta que el accidente es un hecho inesperado que produce pérdidas, y como tal tiene otras consecuencias algunas previstas y otras no. Incluso algunas de estas posibles pérdidas se pueden asegurar.

-Lesión

-Perdida de tiempo

-Accidente Daño a equipos y/o materiales, herramientas

-Daño al medio ambiente

-Derroche

-Otros no contemplados

Las consecuencias de los accidentes pueden ser lesiones, daños, pérdidas, etc. Decimos " pueden ser y no son", porque puede haber un accidente sin que se produzcan estas consecuencias. Como dijimos anteriormente los accidentes tienen causas y no se producen por azar, pero, la consecuencia del mismo es azaristica, esto es por ejemplo, cuando un paracaidista se lanza desde un avión en un salto desde 2000 o 3000 metros de altura y no se le abre el paracaídas, como resultado de este accidente debiera tener un desenlace fatal, pero no siempre es así.

Otro ejemplo común podría ser de que cuando una persona resbala por pisar una cáscara de plátano, debiera sentir dolor por un rato y ninguna consecuencia más, pero hay personas que han muerto por el mismo accidente.

La forma en que se produce un accidente puede tener uno o varios resultados diferentes en cada situación, por eso la consecuencia es azaristica.

Por ejemplo en un accidente de tránsito se producen a lo menos las siguientes consecuencias: lesiones incapacitantes y leves, daños en los automóviles y los equipos, pérdida de tiempo, lesiones a las personas ajenas al accidente, daño psicológico en los familiares, perdida por incumplimiento en la entrega o llegada a un negocio o entrega de documentos, alza de la prima en los seguros, etc.

Consecuencia para los trabajadores.- Los trabajadores sufren consecuencias que a lo menos son:

a.- Desconfianza en sí mismo. El que se accidentó una vez puede estar pendiente si se volverá a accidentar y tendrá miedo, de volver al mismo lugar en que se accidentó.

b.- Desorden de la vida familiar. La persona que se accidenta muchas veces se molesta al sentir que no puede colaborar en su casa. Daño psicológico en los familiares que sufrirán dolor al mirarlo postrado en una cama.

c.- Desorganización de actividades fuera del hogar. No podrá asistir a reuniones con amigos, practicar deportes o recrearse.

d.- Reducción de sus ingresos. Aunque el seguro cubre la mayor parte de los gastos, el accidentado no tendrá los mismos ingresos.

Consecuencias para la empresa.- Los accidentes también producen pérdidas para la empresa como por ejemplo, pagos de horas extraordinarias para reemplazar el trabajador lesionado, disminución de la productividad ya que ningún trabajador podrá hacer el trabajo de la misma forma que el trabajador titular de esa actividad, falta de ánimo y baja moral de los demás trabajadores, pérdida de tiempo de todos los trabajadores por atender al lesionado o comentar el accidente entre ellos, etc.

Costos de los accidentes.- Para dar una idea gráfica de lo que verdaderamente significan los accidentes como costos para toda la sociedad, se puede representar como un témpano de hielo (iceberg). La parte superior, la que

esta a la vista, serían los costos que la empresa cubre por obligación con el seguro, también llamados costos directos. La masa inferior del témpano que no se ve, mucho más grande, estaría bajo la superficie y son los llamados costos indirectos. Esto que ha primera vista parece exagerado, no lo es tanto pues el accidente, realmente es un problema mucho mayor de lo que aparece en la superficie.

$ 1 : costos asegurados (Médicos, compensaciones)

$ 5 a 50 : costos sin asegurar contabilizados (Daños al edificio, a los materiales y al producto, daños a equipos y herramientas, interrupciones y demoras en la producción)

$1 a 3 : costos sin asegurar sin contabilizar (Contratar y entrenar personal, reemplazos, investigaciones, etc.

$ 1 a 3

$ 5 a 50

$ 1

Un análisis exhaustivo de los costos de daños a la propiedad, alrededor del mundo, hecho por Frank Bird Jr. y Frank Fernández, les ha llevado a aceptar el hecho de que el costo de daños a la propiedad sin asegurar es de 5 a 50 veces mayor que los costos de las lesiones aseguradas y de compensación, mientras que otros sectores sin asegurar constituyen de 1 a 5 veces por sobre los costos de compensación y gastos médicos

martes, 20 de marzo de 2012

UN ACCIDENTE A 160 KILÓMETROS POR HORA

El auto era un Corvette último modelo, un auto deportivo de lujo. La calle era una de las grandes avenidas de Miami, Florida. El conductor era Francisco del Rey, un joven de quince años de edad. La velocidad del Corvette: 160 kilómetros por hora.

En una intersección, el Corvette chocó con un Chevette, modesto modelo de la Chevrolet. El Chevette se partió en dos, y los tres jóvenes que lo ocupaban murieron en el acto. Los ocupantes del Corvette, Francisco del Rey y su amiga, también de quince años, salieron ilesos. Y la policía, los jueces y la prensa de Miami se preguntaron en coro: ¿A quién hemos de echarle la culpa?

Si bien fórmulas químicas de explosivos militares no se conocen por ser fórmulas secretas, la fórmula de accidentes como éste sí se conoce.

Tomemos un auto deportivo de carrera capaz de desenvolverse a 200 kilómetros por hora. Pongamos al volante un mozalbete que recién empieza a manejar. Agreguemos algunas cervezas y unos cigarrillos de marihuana. Ahora coloquemos en el asiento junto al joven una atractiva quinceañera que le dice al chofer: «¡Corre, corre!» Ahí tenemos la fórmula de un accidente fatal.

Es extraño que tengamos que preguntarnos: ¿Quién tiene la culpa? Comencemos con un hogar que, posiblemente, carece de disciplina. Añadamos insensatez del conductor sin experiencia. Y cuando le sumamos al proceso una adolescente que se abraza al chofer, diciéndole: «Más, más», esa es toda la fórmula que necesitamos.

Sin embargo, accidentes como éste son signos de la época en que vivimos. Todo lo queremos en el momento, quizá porque presentimos que a la humanidad le queda poco tiempo y deseamos que ese instante sea de placer, de orgía. Aunque algo dentro de nosotros nos dice que esta vida no es el todo, que hay un juicio venidero y un Juez eterno a quien tendremos que rendir cuentas, creemos que sorbiendo rápidamente el trago de la vida eliminaremos el juicio final.

No obstante, la ley de la cosecha se aplica no sólo a la duración de esta vida, sino que se alarga hasta la eternidad. Todos tendremos que comparecer ante el gran trono blanco del juicio eterno de Dios. Más vale que no nos extrañe que la vida nos imponga, ahora y en la eternidad, las consecuencias de nuestros hechos.

Rindamos nuestro corazón a Cristo para que podamos vivir en paz. Busquemos a Dios en humilde arrepentimiento. Jesucristo, que se dio por nosotros en la cruz, sólo espera que lo invitemos a ser nuestro Salvador.